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Poster of The Flame and the Arrow

El falcó i la fletxa (1950)

“The Flame and the Arrow”

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Trama

Dardo es presentado como un salvaje montañés que es amigo de todos los aldeanos y amado por todas las mujeres del pueblo. El enemigo del pueblo, el Conde Ulrich, llega cabalgando con su sobrina Ana y su esposa. Dardo, que pasea con su hijo, demuestra su habilidad con la flecha disparando al halcón que Ulrich ha soltado tras las numerosas palomas del pueblo. La ley de la montaña dice que cualquier halcón que se encuentre en las colinas es justo, pero el halcón de un caballero es una bestia cara y en venganza el conde se lleva al hijo de Dardo. Lo justifica porque la dama que es su esposa era de Dardo y el niño debe ser criado en el castillo. Dardo consigue rescatar al niño e intentan escapar por los tejados, pero Dardo es alcanzado por una flecha y entonces el niño salva a su padre corriendo más allá y haciendo mucho ruido para alejar a los soldados. El niño es capturado y llevado a palacio, donde conocemos al marqués, un joven caballero italiano con problemas por no pagar sus impuestos. Se presenta a Ana y le pide su mano. Pero es expulsado del lugar atado a la parte trasera de su propio carro que lleva sus pertenencias, junto con su juglar. Los soldados pasan por casualidad con sus cautivos por el territorio de Dardo y éste y sus rebeldes aparecen y rescatan al marqués. Se produce una discusión sobre quién debe quedarse con los bienes del marqués, pero como éste decide unirse a la banda de rebeldes todo se arregla. Acaba sirviendo como mozo de cuadra en el antiguo templo romano de las montañas donde viven los rebeldes. Para rescatar a su hijo, Dardo decide invadir el castillo y se dirige a su tío Papa Bartoli en busca de ayuda. Bartoli sugiere a la criada de Ana, que es una de las muchas amantes de Dardo. La criada les ayuda a entrar, pero no tienen éxito en su intento de rescatar al niño, sino que se encuentran en el apartamento de Lady Anne. Piccolo, el amigo más íntimo de Dardo, que también es mudo, le sugiere a Dardo mediante varios gestos con la mano que secuestren a la Dama y la utilicen como instrumento de negociación contra su tío. La cubren con una funda de almohada y se la llevan. Cuando llega a su escondite secreto, el marqués intenta convencer a Dardo de que la trate como se merece una dama, a lo que Dardo responde que la tratará como se merece la sobrina del conde y le pone un collar de metal y una cadena al cuello. Al ver el collar, ella sale corriendo y salta sobre el caballo de Dardo y se aleja, pero el caballo es detenido por un silbido de su amo y ella cae al suelo. Al principio, consternada por el hecho de que el marqués se haya entregado a semejante gente, intenta engatusarlo ofreciéndole su mano en matrimonio, pero el marqués no la cree. Entonces intenta hablar con Piccolo preguntándole por qué es tan leal a Dardo, Piccolo indica que Dardo es un "espíritu libre" y que eso es lo que le atrae, pero no está de acuerdo con la forma en que la ha atado. Aun así, Ana no consigue convencerle de que la deje marchar. Pide un baño y se baña en el manantial cercano mientras Dardo se queda detrás de una roca sujetando el extremo de la cadena mientras hablan entre ellos. Ella pide un poco más de longitud para poder alcanzar su ropa y la utiliza para rodear el tocón de un árbol mientras se arrastra alrededor de la roca con una gran piedra para golpearle en la cabeza con ella. Pero Dardo se da cuenta de su plan y lo frustra. Los rebeldes consiguen que el juglar escriba un mensaje al Conde pidiendo un intercambio de prisioneros. El marqués solicita el honor de llevarlo, pero Piccolo es el elegido. Su llegada a palacio es vista como un insulto, por lo que es golpeado y se le dice que advierta a su señor que en lugar de liberar a su hijo, el Conde capturará y ejecutará a su tío a menos que le devuelvan a la Dama. Piccolo regresa al campamento magullado y golpeado, pero consigue indicar a los demás que deben ir a la plaza del pueblo donde se ha levantado el cadalso. Dardo y los demás corren hacia allí y luchan para rescatar a Papá Bartoli. Tras rescatar a Papa Bartoli, los rebeldes regresan al templo, donde llega una gran chusma de aldeanos con antorchas. Como portavoz, Nonna Bartoli reprende a Dardo por causar problemas en el pueblo y le dice que otros cinco prisioneros están esperando para ser colgados en el lugar de Papa. Pero Papa Bartoli consigue convencer a los enfadados aldeanos de que Dardo ha actuado por su bien y ha hecho que las cosas mejoren, no que empeoren, y que esa noche habría estado orgulloso de morir por su sobrino. Dardo y los rebeldes van a la plaza del pueblo para rescatar a los cinco nuevos prisioneros, Dardo se entrega para salvar a los demás y es llevado al cadalso para ser ejecutado delante de su hijo. Pero el verdugo ha sido sustituido por un amigo y vemos aparecer de debajo de la túnica de Dardo dos ganchos que se llevan la peor parte de la fuerza del lazo. Ulrich declara que el cuerpo puede colgar allí hasta la puesta de sol y toma como prisioneros al resto de los rebeldes, incluido el marqués. El Marqués habla con un guardia pidiéndole que avise al Conde de su presencia y que desea discutir una propuesta de matrimonio. Una vez en el gran salón le informa al Conde de que los rebeldes están planeando un ataque al día siguiente. El Conde se muestra incrédulo ya que no cree que nadie pueda liderarlos ahora que Piccolo y Dardo están muertos, momento en el que el Marqués revela que Dardo está vivo. Mientras se anuncia una tropa de artistas escénicos a las puertas del castillo, los dos discuten sus planes para frustrar los planes de los rebeldes y hacer que el marqués sea el marido de Ana. Ana llega en ese momento, sin saber que Dardo sigue vivo, y aún así declara que no se casará con él. Corre a la casa de la tía de Dardo para advertirles de la traición del marqués, mientras los hombres se esconden a la vuelta de la esquina, ella exhorta apasionadamente a Nonna Bartoli a que diga a los marginados restantes que el marqués y el conde están celebrando el fracaso de los planes de los rebeldes con un grupo de artistas en el castillo, confesando al hacerlo que está enamorada de Dardo. Nonna niega todo conocimiento de un intento de rescate y despide a la Señora. Una vez que se ha marchado, la tía de Dardo le convence de que la muchacha decía la verdad y le pregunta por qué Dardo, que se convence tan fácilmente de que todas las mujeres le aman, no puede creer que Ana lo haga, ¿quizás porque él también la ama? Deciden que deben atacar de inmediato. Piccolo les proporciona un plan para entrar en el castillo haciéndose pasar por algunos de los acróbatas, y el juglar, que se muestra elocuente sobre la traición de su amo, les proporciona disfraces de payaso y un traje de oso. Llegan tarde al castillo y casi no les dejan entrar, pero demuestran que son auténticos payasos haciendo equilibrios uno sobre el hombro del otro. Cuando llegan, Dardo y Piccolo, cuyas caras están muy maquilladas, se entrometen en las actuaciones de los demás acróbatas para hacer reír al público. El Oso impide que el maestro de ceremonias llegue hasta ellos para detener el caos, pero al final se da cuenta de que el oso no es su propio vivo, el rebelde disfrazado de oso le dice entonces que anuncie el acto de Dardo. La pareja actúa balanceando un poste en la barbilla de Piccolo al que Dardo se sube, esto le permite subirse al alto marco de la ventana y luego Piccolo se sube al poste para unirse a él. Al tomar sus arcos se quitan los disfraces y se desata el infierno cuando el Conde se da cuenta de que Dardo se ha infiltrado en el castillo. Ulrich detiene también a todos los artistas y el juglar convence al maestro de ceremonias para que diga a la troupe que luche por su libertad. Se produce una gran batalla y Dardo y Piccolo se escabullen utilizando la pértiga para equilibrarse a través de los tejados de la cocina hasta las celdas, donde liberan a los rebeldes y regresan para unirse a la lucha en el gran salón. Ana, encantada de ver a su amado sano y salvo, grita por encima del estruendo a Dardo diciéndole que el Conde ha ido a por el chico. Mientras Dardo atraviesa la batalla, la escena cambia a un amplio pasillo del castillo donde el marqués se interpone entre el conde y la habitación del muchacho. Intenta persuadir a Ulrich para que le acompañe en su huida, pero Dardo aparece detrás del conde en el otro extremo del pasillo y el conde aprovecha para escabullirse del marqués diciéndole a Dardo que el marqués ha traicionado a los forajidos y que, por tanto, debe ser detenido. Sin embargo, Dardo no desea luchar contra el marqués e intenta convencerle de que se aparte. Pero el marqués sabe que su única escapatoria es el Conde, por lo que insiste en luchar permitiendo que el Conde desaparezca. Luchan en el pasillo hasta que se golpea el candelabro y se apagan las luces, se produce una loca refriega en la oscuridad y el marqués resulta muerto. Tras la pelea, Dardo encuentra a su antigua esposa muerta de un navajazo en la espalda, y persigue al Conde hasta donde tiene cautivo al chico a punta de espada para que pueda escapar sin ser tocado. Dardo encuentra un arco y apunta con cuidado, matando al Conde y liberando a su hijo. Con una serie de acrobacias triunfantes a lo largo de una serie de barras en lo alto del castillo, baja al nivel del suelo y a la multitud que sostiene a su hijo, corren el uno hacia el otro y entonces Dardo espía a la sobrina de Ulrich observando y sonriendo, se abrazan en un beso romántico mientras aparecen los créditos finales.