No em cridis que no et veig (1989)

Hay dos testigos de un asesinato, pero sus situaciones singulares complican su capacidad para testificar. Uno de los testigos es ciego, mientras que el otro es sordo. Una desafortunada cadena de acontecimientos les lleva a ser considerados los sospechosos número uno del asesinato. Aunque consiguen escapar de la policía, ahora están huyendo de ella y también son perseguidos por los propios asesinos, que reconocen que representan lazos sueltos. Tendrán que aprovechar sus singulares impedimentos y descubrir sus propios talentos si quieren llegar a la raíz del problema.